Ayer tuve un día terrible, era uno de esos días que no debí levantarme de la cama, ya solo cuando lo hice, tropecé con un libro que había dejado caer cuando me quedé dormida anoche, al tropezar con este me fui contra la mesita de noche y volteé un vaso de agua que tenía, el cual cayó sobre la ropa que había apartado para ponerme hoy y también sobre mi carpeta de documentos para mi reunión mensual de directivos de la compañía. De la rabia pateé la cartera la cual cayó en la mesita con los portarretratos rompiendo dos de ellos. Con todo ese ruido desperté a mi esposo que me preguntó que pasaba y al voltearme hacia el mi mirada debió ser de terror porque no pregunto más nada.
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